Los supuestos básicos corresponden al nivel mas profundo de la cultura de una organización o grupo, son fuertemente implícitos más que explícitos, sus orígenes están en desarrollar soluciones a problemas consistentes en el tiempo las cuales comienzan como hipótesis, pero gradualmente llegan a tratarse como realidades. Tienden a ser no-confrontables y no-debatibles, y cambiarlas genera grandes cantidades de ansiedad. Este es el nivel de convicciones fuertes, normalmente irracionales y no necesariamente relacionadas directamente con el quehacer.

Ejemplo: "La mujer no es buena CEO". La creencia que una mujer no es buen CEO es cultural en el sentido que se ejerce como un supuesto básico en las toma de decisión de contratación independiente de las competencias, es un prejuicio por lo tanto, y por otro, no es claro el camino para derribar ese supuesto en los grupos relevantes de poder en torno al juicio que implica la creencia. No es debatible en tanto que todas las mujeres que han sido buenas CEO nacional e internacionalmente no parece ser evidencia suficiente y no es confrontable puesto que justamente pareciese ser que lo único que puede pasar es que suficientes mujeres sean exitosas finalmente imponiendo que es un supuesto falso.

Mas que tolerar fuertes grados de ansiedad buscando alterar nuestros supuestos básicos (aprendiendo y cambiando), tendemos a percibir los eventos que nos rodean como congruentes con los supuestos básicos que ya tenemos, incluso cuando esto implica distorsionar, negar, proyectar u otras formas de falsificar lo que ocurre en torno a nosotros. Es en este proceso psicológico en donde la cultura ostenta su poder mayor.

Ejemplo común: Hay miles de situaciones, emociones y pensamientos que en cualquier organización simplemente no se comunican porque ya se ha instalado cuales son las perspectivas hegemónicas. Estas perspectivas están allí puesto que se ha instalado lo que es tolerable y lo que simplemente no será escuchado ni incorporado. Esto es algo que todos hemos vivido en grupos y organizaciones en las que hemos participado. Pequeño comentario al pasar, esta es la razón por la cual si es relevante acordar en las organizaciones los procesos y roles, más que los contenidos como tales.

Desde los usos culturales el escenario más probable es no ver aquello que contradice lo que supones de base que está allí, incluso frente a grotesca, palpable y ruidosa evidencia. Estamos diciendo que lo más probable en un grupo u organización es que los líderes asuman que todos comparten su punto de vista en cómo se sienten, viven y piensan en torno al trabajo, la participación en la organización y la valoración de los eventos.

Ejemplo: "El valor está en el entregable". Si el líder o grupo de líderes cree, ejemplo común en Chile, que sólo lo entregable tiene valor real la pedida vendrá asociada a presionar por el entregable (generando dinámicas conocidas por todos nosotros: plazos por sobre calidad, presión por conseguir resultados en el corto plazo relegando la calidad o agregando presión, falta de expectativas conocidas y razonables en torno a calidad y plazos, preferencia de forma por sobre el fondo en el trabajo), generando vicios conocidos en la organización donde se conoce que presionar por la entrega incentiva la mentira y el engaño en las organizaciones (sólo tener procesos sanos podrán salvarte de esto). En este caso particular donde encontramos que la propia cultura incentiva a la mentira, podemos reconocer un escenario común donde el liderazgo cultural queda ciego frente a los eventos que transcurren en su organización, quizá al punto de genuinamente no saber qué ocurre.

Mucho de este nivel cultural, que como decimos, es parte de la dinámica de las organizaciones, describe como llegamos al hoy en Chile y ha sido como, en un porcentaje bastante alto, lo que ha ocurrido al interior de las organizaciones laborales ha acumulado y producido altísimos niveles de malestar, enfermedad y descontento y pasado que no ha sido visto ni tomado como tal: malestar, enfermedad, descontento. Desde este punto de vista, lo último a ser tomado desde la cultura y desde los líderes de las culturas (a menos que activamente hagan lo contrario) es la contradicción de sus supuestos básicos puesto que de hacerlo, trae el fantasma ansioso de arriesgar la sobrevida de la organización. Incluso cuando en el mundo actual existe conocida evidencia de que la integración del cambio en la organizaciones es de importante salud para sus miembros y genera fuertes beneficios en las organizaciones.

La cultura como un set de supuestos básicos nos define a qué poner atención, qué significan los eventos, cómo reaccionar emocionalmente a lo que ocurra y qué acciones tomar en diversas situaciones. Una vez que hemos integrado un set consistente de supuestos básicos —un “mapa mental” o un “imaginario”— estaremos máximamente cómodos con quienes compartan el mismo set de supuestos básicos, muy incómodos y vulnerables en situaciones donde esto no sea así, puesto que o no entenderemos lo que pasa (no descodificaremos el escenario social y sus significados por lo que son) o peor, interpretaremos mal y percibiremos mal las acciones de otros, normalmente atribuyendo intenciones negativas y efectos dañinos a aquellos que no podemos comprender por no compartir supuestos básicos con ellos.

Los últimos en tomar en consideración el malestar, la disidencia, la forma nueva, lo divergente y lo nuevo serán los actores cuyo incentivo más fuerte, directo o indirecto está en que la situación se mantenga como está actualmente. En ese sentido, una paradoja del liderazgo desde el punto de vista cultural es que el poder una vez establecido querrá que sus formas productivas se mantengan, que induzcan a la estabilidad al costo del cambio y posibles mejores maneras de llevar adelante los propósitos y fines de una organización. El conciliar sostener la apertura e integrar que una de las funciones del liderazgo moderno está en dispensar dignidad, poder, autoridad, autonomía y reconocimiento es un arte escaso en nuestro país, pero necesario a incorporar.

Integrar que una de las funciones del liderazgo moderno está en dispensar dignidad, poder y reconocimiento es un arte escaso en nuestro país, pero necesario a incorporar.

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